Bárbara Recanati lidera Utopians, banda que se abre paso en la escena local y crece en popularidad. A días de lanzar su segundo disco, Freaks, dialogó con NU sobre una agrupación cuyo atributo es la “diversidad”.
“Cuando hacés música siempre estás inspirado por algo, y que te identifiquen con lo que te inspiró, es un cumplido grande”, explica Bárbara Recanati –Barbi–, sobre las referencias a Patti Smith que reciben tanto ella como la banda de la cual es guitarrista y frontwoman: Utopians.
La entrevista se concreta en el corazón de Palermo. Barbi vive a seis cuadras de la casa de Charly García y, a pesar de ser casi las cuatro de la tarde, almuerza arroz con hongos, sentada a la barra de un bar.
Utopians se completa con Larry (batería), Mario (bajo y coros) y Gustavo Fiocchi (guitarra). “Nos define la diversidad: somos diferentes, fanáticos de la música, pero muy diferentes. Esas diferencias al extremo hacen el sonido de la banda”, delinea, y agrega que los integrantes coinciden en que no son seguidores de bandas nacionales. Y remata: “No escucho un disco de Serú Girán desde que tengo nueve años”.
–Están cerca del lanzamiento de su segundo disco.
–Estamos entusiasmados, sólo falta masterizarlo. El disco anterior (Inhuman) fue malparido, nos quisimos sacar de encima el material que teníamos. Este fue distinto, le dedicamos más tiempo, nos sentamos a componerlo y lo fuimos a grabar a Chile porque pegamos buena onda con Chile. Se llama Freaks, un término muy Utopians. A nuestro público lo tildan de freak, que es un halago: destacarse ahora que todo es igual.
–Se hace esperar el lanzamiento.
–Cuando terminamos la grabación vino el terremoto y fue un caos, no se pudo hacer nada. El estudio se vino abajo y tuvimos que esperar meses para poder mezclarlo acá: un quilombo.
–¿Se perdió la energía de grabar el disco y salir a presentarlo?
–Se re perdió. Lo vamos a sacar porque lo piden, pero nosotros grabaríamos otro. Debido a la naturaleza se atrasó a un punto que ya queremos regalarlo en Cabildo y Juramento.
–El disco incluye una novedad: temas en castellano.
–Fue un proceso no-proceso. Cuando arrancamos nunca nos cuestionamos el idioma. Era sentarnos, escribir y tocar. Nos empezó a ir bien, nos iba a ver más gente y a reclamar el español, que para nosotros era imposible, no nos salía. Con el tiempo tuve ganas de experimentar algo en castellano por los seguidores que querían escucharnos en nuestro idioma, y empecé a escuchar más música de acá. Cuando llegó el momento de componer, me salió hacer cuatro temas en español y nadie las cuestionó.
–¿Los otros integrantes lo tomaron naturalmente también?
–¡Los chicos tocaron semanas las canciones antes de darse cuenta que eran en español! Eran mitad y mitad, inglés y español, y me dijeron que era una cagona y no me la jugaba, así que las pasé todas a español. Nos llevó mucho tiempo que sea natural, cinco años, y estamos orgullosos de eso.
–¿En vivo rinden igual que las cantadas en inglés?
–En vivo es re natural, me encanta la reacción de la gente. Haría más canciones en español por la reacción de la gente; no por estupideces que me dijeron, referidas al patriotismo: eso es una estupidez, un pensamiento chato, básico y retrógrado.
–¿De qué tratan las letras de Utopians?
–Son fantasiosas. Hablan de psicópatas y freaks, que los veo mucho en la vida cotidiana y es algo referente de la banda: siempre vemos personas bizarras del mundo de la noche y los temas son dedicados a ellos.
Comenzó a tocar la guitarra después de ver la película American Pop y “flashearla en colores”. Por eso, tomó una guitarra vieja que había en su casa y se fue ¡a la iglesia a aprender! Luego se enemistó con la Iglesia, y a los 12 compró su primera guitarra eléctrica con la cruz de su comunión. Asegura que les gustaría “vivir de la música”, y aclara sobre el camino a recorrer: “A veces uno se desespera y confunde y piensa que hay cosas que son parte de ese camino, cuando no. Viene un sello y no ofrece nada, sólo te sacan lo poco que conseguiste. Algunos piensan que firmar con sellos es vender el culo; yo lo tengo a la venta hace muchos años al culo, pero lo que necesito es un buen precio, no me molesta venderlo. Hace falta un buen contrato nomás”.
–¿Cómo cambia la banda con el pasar de los años?
–El tiempo pule la personalidad. A muchas bandas les pasa lo contrario, arrancan como un núcleo y después quieren experimentar y terminan en cualquier lugar. Nosotros con el tiempo nos volvemos más definidos.
–¿Con qué trabas se cruzaron?
–El idioma y el dinero, que a veces no es traba, pero vos vas caminando y los demás lo hacen en auto. Igual terminó ayudando, porque hacer las cosas sin dinero hizo que aprendamos a ganar plata con la música y a las bandas eso les cuesta mucho. Nosotros cobramos por tocar en lugares donde otras bandas pagan por tocar.
–¿Apuntan a ser una banda masiva?
–No me molestaría. Nos gusta tocar y somos una banda con pocos ideales, lo único que queremos es tocar en vivo. Si podemos hacerlo cada vez para más gente y más cómodos, mejor.
–¿Tocar es lo más importante?
–Nos gusta el vivo, el resto es un tramiterío plomo. Hay un mes que no tocamos, y es cuando queremos separar la banda, nos peleamos, uno se quiere suicidar (risas). Estamos acostumbrados a tocar todos los fines de semana. Hay mucho esfuerzo de por medio y se justifica tocando en vivo. Si no tocás, se pierde la justificación y parece que estás perdiendo tiempo.
La entrevista se concreta en el corazón de Palermo. Barbi vive a seis cuadras de la casa de Charly García y, a pesar de ser casi las cuatro de la tarde, almuerza arroz con hongos, sentada a la barra de un bar.
Utopians se completa con Larry (batería), Mario (bajo y coros) y Gustavo Fiocchi (guitarra). “Nos define la diversidad: somos diferentes, fanáticos de la música, pero muy diferentes. Esas diferencias al extremo hacen el sonido de la banda”, delinea, y agrega que los integrantes coinciden en que no son seguidores de bandas nacionales. Y remata: “No escucho un disco de Serú Girán desde que tengo nueve años”.
–Están cerca del lanzamiento de su segundo disco.
–Estamos entusiasmados, sólo falta masterizarlo. El disco anterior (Inhuman) fue malparido, nos quisimos sacar de encima el material que teníamos. Este fue distinto, le dedicamos más tiempo, nos sentamos a componerlo y lo fuimos a grabar a Chile porque pegamos buena onda con Chile. Se llama Freaks, un término muy Utopians. A nuestro público lo tildan de freak, que es un halago: destacarse ahora que todo es igual.
–Se hace esperar el lanzamiento.
–Cuando terminamos la grabación vino el terremoto y fue un caos, no se pudo hacer nada. El estudio se vino abajo y tuvimos que esperar meses para poder mezclarlo acá: un quilombo.
–¿Se perdió la energía de grabar el disco y salir a presentarlo?
–Se re perdió. Lo vamos a sacar porque lo piden, pero nosotros grabaríamos otro. Debido a la naturaleza se atrasó a un punto que ya queremos regalarlo en Cabildo y Juramento.
–El disco incluye una novedad: temas en castellano.
–Fue un proceso no-proceso. Cuando arrancamos nunca nos cuestionamos el idioma. Era sentarnos, escribir y tocar. Nos empezó a ir bien, nos iba a ver más gente y a reclamar el español, que para nosotros era imposible, no nos salía. Con el tiempo tuve ganas de experimentar algo en castellano por los seguidores que querían escucharnos en nuestro idioma, y empecé a escuchar más música de acá. Cuando llegó el momento de componer, me salió hacer cuatro temas en español y nadie las cuestionó.
–¿Los otros integrantes lo tomaron naturalmente también?
–¡Los chicos tocaron semanas las canciones antes de darse cuenta que eran en español! Eran mitad y mitad, inglés y español, y me dijeron que era una cagona y no me la jugaba, así que las pasé todas a español. Nos llevó mucho tiempo que sea natural, cinco años, y estamos orgullosos de eso.
–¿En vivo rinden igual que las cantadas en inglés?
–En vivo es re natural, me encanta la reacción de la gente. Haría más canciones en español por la reacción de la gente; no por estupideces que me dijeron, referidas al patriotismo: eso es una estupidez, un pensamiento chato, básico y retrógrado.
–¿De qué tratan las letras de Utopians?
–Son fantasiosas. Hablan de psicópatas y freaks, que los veo mucho en la vida cotidiana y es algo referente de la banda: siempre vemos personas bizarras del mundo de la noche y los temas son dedicados a ellos.
Comenzó a tocar la guitarra después de ver la película American Pop y “flashearla en colores”. Por eso, tomó una guitarra vieja que había en su casa y se fue ¡a la iglesia a aprender! Luego se enemistó con la Iglesia, y a los 12 compró su primera guitarra eléctrica con la cruz de su comunión. Asegura que les gustaría “vivir de la música”, y aclara sobre el camino a recorrer: “A veces uno se desespera y confunde y piensa que hay cosas que son parte de ese camino, cuando no. Viene un sello y no ofrece nada, sólo te sacan lo poco que conseguiste. Algunos piensan que firmar con sellos es vender el culo; yo lo tengo a la venta hace muchos años al culo, pero lo que necesito es un buen precio, no me molesta venderlo. Hace falta un buen contrato nomás”.
–¿Cómo cambia la banda con el pasar de los años?
–El tiempo pule la personalidad. A muchas bandas les pasa lo contrario, arrancan como un núcleo y después quieren experimentar y terminan en cualquier lugar. Nosotros con el tiempo nos volvemos más definidos.
–¿Con qué trabas se cruzaron?
–El idioma y el dinero, que a veces no es traba, pero vos vas caminando y los demás lo hacen en auto. Igual terminó ayudando, porque hacer las cosas sin dinero hizo que aprendamos a ganar plata con la música y a las bandas eso les cuesta mucho. Nosotros cobramos por tocar en lugares donde otras bandas pagan por tocar.
–¿Apuntan a ser una banda masiva?
–No me molestaría. Nos gusta tocar y somos una banda con pocos ideales, lo único que queremos es tocar en vivo. Si podemos hacerlo cada vez para más gente y más cómodos, mejor.
–¿Tocar es lo más importante?
–Nos gusta el vivo, el resto es un tramiterío plomo. Hay un mes que no tocamos, y es cuando queremos separar la banda, nos peleamos, uno se quiere suicidar (risas). Estamos acostumbrados a tocar todos los fines de semana. Hay mucho esfuerzo de por medio y se justifica tocando en vivo. Si no tocás, se pierde la justificación y parece que estás perdiendo tiempo.