viernes, 16 de septiembre de 2011

LA SAGA

“Queremos cruzar la frontera”

Mientras intentan hacer pie en territorio argentino, los integrantes del grupo uruguayo siguen rodando su último álbum, El vendaval. NU habló con su frontman, Nicolás Baggatini, que repasa pasado, presente y futuro de la banda. Texto por Marcelo Maccio Villegas.





La Saga, banda uruguaya que ya ronda la década de historia, acaba de editar en la Argentina El vendaval, su último disco. Sin embargo, hubo algunos trabajos con anterioridad que repasamos con Nicolás Baggatini (voz) –que integra el grupo junto a Daniel Azzoni (guitarra y coros), Damián Silva (bajo), Nicolás Constantini (batería) y Agustín Ferreyra (guitarra y coros).

“En ¿De donde querés venir mañana? (2003) queríamos mostrar nuestras canciones y estábamos felices de tener un disco en la mano. Quiero (2005) fue un CD poscrisis económica, es rockero y reivindicativo de la justicia social, desde una poética no agresiva que dice cosas: habla de la crisis y de una despedida a una persona que queríamos mucho. Después vino Eso que nos lleva (2006) (NdR: se convirtió en disco de oro y vendió todas las copias en un día), una gira y, en medio de todo eso, hubo cambios en la banda, fue un momento muy crítico; después viene el ahora, que estamos más armados que nunca”, resume Baggatini en una charla con Noticias Urbanas.

–Un error común en los argentinos es creer que el sonido de las bandas uruguayas tiene siempre vientos y mixturas con el candombe, ¿coinciden con eso? ¿Cómo definen su sonido?
–Las bandas que abrieron camino, La Vela Puerca y No Te Va Gustar, tienen formación big band, con vientos acoplados, y eso en el imaginario popular argentino quedó grabado a fuego; pero el rock uruguayo no termina ahí. Hay bandas muy grandes que nunca cruzaron el charco, como Buitres, otras pop punk que están resurgiendo, como La Trampa, y en medio de todo eso está La Saga. A los músicos nos cuesta etiquetarnos porque salimos todos queriendo no parecernos a nadie y nos cuesta dar referencias. Si digo que somos amigos de NTVG la gente se piensa que somos eso, y no somos sólo eso, somos rock uruguayo.

–Nombrás a Buitres, que nunca exploraron la Argentina como mercado; ¿por qué La Saga decidió intentarlo?
–Buitres es la banda emblemática de la posdictadura uruguaya. Son gente bastante grande. Y cruzar el charco para hacer el camino de hormiga no es fácil. Es una banda que podría haber funcionado muy bien acá, tienen una poética especial. En nuestro caso, yo hace cinco años que largué todo, era médico pediatra, y eso significa que voy a tratar de hacer de La Saga mi forma de vida. Queremos que nuestras canciones, que ya forman parte del imaginario popular uruguayo, crucen la frontera.

–Se suele decir que las canciones son el reflejo del momento en que fueron compuestas, ¿en qué situación nacieron las de El vendaval?
–Imaginate un período muy crítico y a la vez germinal; noche, borrachera y sensibilidad puestas en las canciones, pensar el arte desde otro lado. Hasta este disco teníamos actividades paralelas, no era la banda nuestra actividad principal, pero ahora sí. El disco fue el descubrimiento de un nuevo camino, que es el de la esperanza, levantarte todos los días y hacer lo que tenés ganas.

–El arte de tapa parece tener un mensaje.
–El concepto general, al estar dado vuelta el paraguas y nosotros también, lo que intenta decir es que vino este viento que cambió todo de lugar y definió una nueva realidad. Se llevó el paraguas de viaje, no destruyó nada pero abrió las puertas.

–Una particularidad del disco es que el nombre no es el de ninguna canción ni nada muy relacionado con las letras de los temas.
–Está bueno como surgió. En la mitad del tema “Donde nada importa” hay un recitado: “Llevo en el alma un vendaval enfermo, la melodía que es el alba de lo oscuro eterno”, algo superoscuro, la palabra vendaval estaba ahí, nada más. Al disco no sabíamos cómo ponerle y escuchando las premezclas nos dimos cuenta de que el disco parecía estar rodeado de aire, y la palabra vendaval es bien rioplatense. Entonces la usamos. El sonido fue quien le puso nombre al disco.

–¿Ya piensan en el disco que viene?
–El martes 23 grabamos en Uruguay un CD y DVD en vivo, Verás, que tiene una canción nueva y canciones de otras épocas. La banda lo piensa como disparador para el futuro disco. Hay muchísimas canciones, pero tienen que llegar al ensayo y pensarse conceptualmente. En las letras hay una historia de encuentro y desencuentro de dos personas, que todavía no sé quiénes son. Hay indicios de adónde vamos, pero no se sabe nada hasta que no te metés en la joda.

–Por el momento político argentino, varios músicos han dado su apoyo a políticos e incluso integraron listas de candidatos, ¿eso se da en Uruguay? ¿Cómo es esa relación?
–El rock uruguayo, salvo algunos exponentes como Los Traidores, es bastante apolítico, por lo menos no hay nada directo. La participación de artistas en estructuras políticas no existe y no creo que exista por mucho tiempo. Lo cual no quiere decir que las bandas no digan cosas que están relacionadas con política. Uruguay está viviendo lo que ustedes viven con el paco, de a poco, y está bravo de verdad; estamos pensando qué hacer como artistas desde nuestro lado, aportar un grano de arena. Lo último que hicimos fue hacer una canción a una fundación que se ocupa de dar apoyo a todos los niños con cáncer; y eso es política, desde otro lado.

–Sos quien escribe las canciones y las canta, ¿sentís que sos el que marca el destino de la banda?
–Si bien tenés razón, una de las cosas más importantes que aprendí es que si el grupo no avanza como un todo y no está de acuerdo, los proyectos se caen. Para que te des una idea, Daniel Azzoni es mi compañero de banco de la primaria, mi complemento armónico.

martes, 13 de septiembre de 2011

SALTA LA BANCA

“Hacemos política desde la música”

Con el segundo disco, Seremos, en la calle y un discurso sin ingenuidad, Santiago Aysine, voz cantante, dialogó con NU, en una charla anclada más en el arte de lo posible que en lo musical. “La Argentina es el único país del facho pobre”, asegura. Texto por Marcelo Maccio Villegas.



“Si estamos juntos, ¿qué importa el mundo?”, se pregunta Santiago Aysine en “Seremos”, último corte del reciente disco homónimo de Salta la Banca, banda de la que es cantante e integra junto con Alberto Grammatico (guitarras y coros), Santiago Maggi (teclados), Gonzalo Sosa (bajo), Mauro Ostinelli (saxo alto y tenor), Julián Baranchuk (batería) y Ramiro Maidana (armónica).

Mientras los integrantes de la banda cruzan saludos, se oye la conversación que están teniendo sobre política, tema que, asumen, les importa muchísimo. “Hacemos política desde la música y creemos que cada vez va a tener más patas dentro de las canciones”, dice Santiago.

–¿Cómo es hacer política desde la música?
–Está desarrollado desde la sensibilidad y tiene que ver con combatir la segregación que fomenta el sistema. Es una forma de combatir el fascismo del pobre que existe en la Argentina, es el único país en que existe el pobre facho.

–¿Cómo se definen políticamente?
–Yo soy de una familia muy política: mi madre y hermana son militantes del Partido Obrero. Me defino como un socialista y, antes que todo, anticapitalista.

–¿La ideología de la banda también camina por ese sendero?
–Sí, sí, por supuesto.

–¿Cómo hacen para que no los vean como una banda que sólo quiere bajar línea?
–El tema está en que esto arrancó de manera opuesta. Si bien hay figuras políticas dentro de la banda, la gente no lo embandera en ese sentido. Las canciones del primer disco van por otro lado. Eso hizo que no nos embanderen como banda política sino como banda comprometida. Ya en el segundo disco las letras son más críticas, pero Salta la Banca trata de ir por todos los lugares que hacen a una persona: el amor, desamor, amigos, el barrio, la política, la familia…

–¿Qué opinan de las bandas que se definen como “apolíticas”?
–No las escuchamos con atención, son un producto consumista. No somos cerrados a las bandas que no dicen nada, pero creemos más y nos gustan las que sí dicen algo. De todas formas, si la música es buena, la escuchamos; pero en esta coyuntura y con todo lo que está pasando –la nota se concretó previo al ballottage porteño– la obsecuencia ya está, sería hasta absurdo omitir todo lo que está pasando. Tener la posibilidad de decirlo y no hacerlo.

–Pero también está la otra campana, que asegura que con todo lo que está pasando, hay que despojar a la música de ciertos temas.
–La música es neutral, pero el eje de todas las cosas son políticas. Hay gente que no entiende lo importante que es la política.

–Es, como aseguran algunos, “aunque no te ocupes de la política, ella se ocupará de vos”.
–Adherimos a eso. No me parece mal la banda que escribe boludeces o es apolítica, pero no lo haría. Me gusta usar este medio para decir lo que pienso en vez de cantar “Vamos a bailar toda la noche”. La gente que se queja de que le cortan las calles y putea porque no va a laburar en paz, que se adentre y se entere del porqué están cortando la calle, qué está pasando, que ayude. No te cierres en que saliste del laburo y querés llegar a tu casa.

–¿Les importa trascender en cuanto al público? ¿El tema político no puede ser una traba en eso?
–Que lo sea; si la idea es llegar siendo banales, no llegaremos. La idea es que la gente que piensa que no está bien se sume y se dé cuenta de que la política es importante. Una persona que colaboró con el disco dijo que estaba bueno el producto pero que ya había pasado el tema de tener un discurso político y zurdo. Esa mentalidad hay que combatir, la que diga que ya pasó de moda decir algo desde una canción.

–¿Por qué creen que los artistas toman ciertas banderas políticas?
–La gente tiene más acceso a los artistas que a la política y creen más en los artistas que en los políticos, y si el artista adhiere a una candidatura, la gente va a acercarse para ver si está de acuerdo o no.

–¿Y si el artista se incorpora a las listas?
–Está bien, no descarto yo también integrar alguna lista en algún momento.

–En el plano musical, ¿qué diferencia hay entre este disco y el primero?
–Diferencias, todas. Uno es acústico y otro eléctrico. El contenido y el mensaje también son distintos. En este se traduce muy bien el gusto y encanto que tenemos todos, y lo que nos gusta. No buscamos un género determinado sino que le damos a cada mensaje un ritmo particular.

–¿Por qué se dieron tantos cambios?
–Porque hemos progresado en lo que hacemos, y las ideologías se van desarrollando y eso te va haciendo mutar. El disco que viene seguro será distinto, pero con el mismo corazón. Mucha gente nos dice que escucha el disco y escucha algo adaptado a Salta la Banca, sienten que las canciones tienen identidad. Eso nos llena de emoción y orgullo.

–Si bien el disco es muy reciente, ¿ya piensan en el que viene?
–Ya estamos pensando los ritmos del disco que viene. Este disco se empezó a laburar hace un año y medio, y para el disco que viene ya sé que quiero hablar de ciertas cuestiones, y cómo quiero laburarlas. Si bien el disco recién salió, ya sé para dónde se va a dirigir el que viene, sé lo que quiero.

jueves, 8 de septiembre de 2011

MATIAS MENDEZ - EL CHAVEZ

“Acá el medio rocker es conservador”

Matías Méndez es El Chávez, aunque no se sienta solista. Habla de cultura rocker, política y también, claro, de su próximo CD. Asegura que le gustan las mixturas. Texto por Marcelo Maccio Villegas.



En las referencias obligadas de Matías Méndez se encuentran su paso por Nuca, ser parte fundadora de Árbol y producir discos de No Te Va Gustar y de Gustavo Cordera, entre otros. Pero su mejor carta de presentación es su disco Morón City Groove, que presentará y despedirá –insólito pero cierto– el próximo sábado 3 de septiembre.

En una charla con Noticias Urbanas contó que al principio la idea era subir el disco a la web y grabarlo en CD ya que “venía de malas experiencias con sellos y la industria”. Habla
de “nosotros” y no como El Chávez solista.

–Con más de un año de rodaje del disco, ¿cuáles son las conclusiones?
El disco no para de darnos alegrías. Encontramos una forma de tocarlo y un ambiente que es lo que estábamos buscando;la gente viene a bailar, no es un concierto, y han usado temas para publicidades, en la tele, y eso abre, es una especie de mimo. Dimos en el clavo de algo que no estaba y ahora está. Capturamos algo que estaba pasando, el triunfo de este disco es eso.

–En el arte del disco no aparecen las letras, ¿eso marca una supremacía de la lírica por sobre
la música? ¿Cómo definís las letras?
–Fue una decisión estética. Si escuchás la música, quizás la asemejás al estilo de bandas que hablan de arengue o liviandades, pero tengo una forma de escribir muy críptica. En este disco traté de ser más claro, pero no me salió. La letra tiene una estética en sí misma.

–¿Qué búsquedas te interesan?
–Me interesa mezclar la cosa electrónica y lo folclórico. Hay temas que tienen guitarras de milonga uruguaya mezclada con cumbia, acordeones y sonido litoraleño. Nos encanta mixturar el folclore de distintas zonas. Si nos escuchara un folclorista diría que somos unos irrespetuosos, pero nos gusta un acordeón litoraleño mezclado 
con hip hop y cumbia, esos elementos nos seducen.

–¿Ya estás trabajando en el disco nuevo?
–Todo el tiempo vengo armando cosas, componiendo, probando. En un momento me doy cuenta de que tengo un montón de cosas y ahí trabajo más enfáticamente para cerrarlas. 
En el próximo disco vamos a agregar una veta de trash y guitarras rítmicas y algo folk.

–Dijiste que “el discurso y la cultura rock son una planta seca”. ¿A qué te referías? ¿Seguís sosteniendo eso?
–No quiero hacer una bandera de eso. Es algo que siento, no quiero decir que sea así, pero la forma rock y el discurso rock están agotados hace bastante tiempo. Yo apuesto a abrir y mixturar. Hace mucho que no escucho que pase algo, se vienen mordiendo la cola.

–¿Qué cosas escuchás que no te parecen nuevas?
–Escucho en la Rock & Pop que pasan el disco nuevo de equis banda y digo “Muchachos, dejemos de robar, ya está”. Acá todo llega tarde, es bastante conservador el medio del rock, las radios. No hay espacio para cosas nuevas y sí para cosas que no tienen nada para decir desde la estética, el discurso y el arte. También está en las cosas nuevas ganarse su espacio de manera natural, por peso propio. A nosotros en la Rock & Pop no nos pasan por una cuestión de estética musical, pero me hace ruido el discurso de decir “24 horas de rock revolucionario” cuando lo revolucionario hoy es abrir juego y dar lugar a otras cosas. Está todo armado para que todo siga igual, como la Revolución Cubana, que 50 años después ya no es una revolución, es algo conservador. Lo mismo pasa con el rock, no es revolucionario, un mono hablando de drogas y reviente no es revolucionario, es más revolucionario ser espiritual y sano.

–Sos músico, hablás de la Revolución Cubana, ¿cómo ves la relación entre música y política?
–Me parece bien que la música deje de estar en una burbuja. Hay una realidad política nueva a partir del kirchnerismo, estés a favor o no. La juventud está militando y es algo que no pasa desde los 70. Me parece que está bueno salir a defender cosas que se han ganado. Soy de Castelar, Morón, y ahí Sabbatella es la revolución política. Ahora el intendente tiene 29 años y viene con una forma de hacer las cosas distintas a la que yo adhiero.

–¿Formarías parte? ¿Te interesaría?
–Una idea es armar talleres de producción musical en los barrios humildes. Yo soy productor y grabo discos gracias a la computadora: tener un estudio es carísimo, pero tener una computadora no. Tengo ganas de abrir eso y dar a los chicos con talento o inquietud esa herramienta. En Morón, hay una orquesta en la Villa Carlos Gardel, pibes hijos de analfabetos que tocan música clásica. Eso es la revolución, y quiero ser parte de eso.

–Como productor, ¿con qué proyectos te interesa trabajar?
–Dejo pasar las cosas en las que veo que no tengo nada que aportar y no vibro, y hago discos por muy poca plata y que hacen que pierda guita, porque pongo mucha energía y tiempo en algo que después no me da para pagar los impuestos.

–¿Está sobrevalorado el trabajo del productor?
–Es el director de ese disco, es muy importante. Llamar a tal o cual productor hace que vos tomes una decisión estética de cómo va a sonar; pero tampoco es que llamás a tal y pasa tal cosa. Trabajo hace mucho tiempo pero para el mainstream todavía es un riesgo llamarme, y me llaman las bandas que deciden correr un riesgo.

–¿Todavía te preguntan por tu salida de Árbol? (NdR: Santaolalla aconsejó que cambiaran a Matías Méndez por otro baterista para producirlos).
–Es algo que va a decantar solo. A veces me hincha un poco los huevos, pero ya va a terminar.



Nota publicada originalmente en Noticias Urbanas


martes, 6 de septiembre de 2011

WALTER SCHVARTZ

"El mercado editorial no existe"

Walter Schvartz habló con NU sobre su nueva obra, las claves de su labor, el negocio de las letras y los nuevos formatos. Texto por Marcelo Maccio Villegas

Walter Schvartz trabaja como científico químico desarrollando productos, y toma justamente esa labor para volcarla en la literatura, ya que ambas actividades, dice, se dan “buscando aquello que no está”. El autor dialogó con Noticias Urbanas acerca de su reciente libro, El ojo de la culebra (Editorial Losada), que tiene al investigador Joaquín Santa Fortuna como protagonista.

Schvartz sostiene que, al momento de escribir el relato, su idea “era poner un ojo sobre la Ciudad” y contar su percepción “sobre la gente y las cosas. Ese ojo se constituye en persona porque no se sostiene solo. Las historias vienen después y son excusa para reflexionar sobre la vida y la posibilidad del lector de armar un mundo y la relación con los personajes: hasta dónde cobran vida propia y se constituyen como individuos”.

“En el libro miro este mundo y me miro en él, hago una extrapolación de lo que pensará nuestro creador, si lo hay, respecto de nosotros. Cómo pensó nuestros sentimientos y si nos corresponden. Me pregunto si el dios que nos creó se está preguntando por nosotros y si tiene la capacidad de manejarnos”, ahondó Schvartz.

Si bien el escritor considera que “cuando los personajes arman su propia historia el autor pierde autonomía sobre ellos”, la presencia del narrador en el relato –algo que ocurre a lo largo del libro– “le quita verosimilitud y la refuerza a la vez, porque de repente el novelista discute con los personajes, asume la imposibilidad de manejarlos y la historia no es historia real pero los personajes sí son verdaderos”.

Las movilizaciones al escribir parecen ser una de las claves en la literatura de Schvartz, que ya editó la novela El legado de Ts’ui Pen y el libro de cuentos Una puta verdad. “La base tiene que ver con hurgar en las cosas para ver la esencia. La pregunta por el ser es filosófica. Yo la hago desde un lugar literario, es el tópico fundamental que me moviliza”, aclara, y agrega que “la búsqueda por aquello ausente en la presencia, lo que no se ve y está oculto es la temática que toco en la próxima novela”, que está escrita hace más de un año y se encuentra en proceso de corrección.

Claro que al hablar sobre lanzamientos editoriales es menester analizar el contexto. “El mercado editorial no existe”, expresa Schvartz, quien considera que “hay un furor por lo que trae beneficio inmediato. No veo un esfuerzo de las editoriales por promover la literatura; habrá excepciones, pero no promueven novedades sino que corren atrás de lo seguro”, y señala que eso beneficia a las novelas históricas.

En vistas al futuro del libro y su soporte, considera que los formatos digitales pueden ser una buena salida, “aunque todavía hacen ruido”, y advirtió que le interesa el formato de audio-libro “porque la narración nació oral y hay narradores fantásticos, que convierten el texto en algo fabuloso”.


Publicado originalmente en Noticias Urbanas