Me encontré de pronto hablando con una chica que recién conocía sobre los deseos y anhelos de una persona. Tuvimos pensamientos parecidos y compartidos.
Primero creo que es importante definir lo que entendemos por deseo.
DESEO: Movimiento afectivo hacia algo que se apetece. Anhelar algo con vehemencia. El deseo es la consecuencia de uno o más sentimientos no satisfechos, postergados de forma voluntaria o involuntaria.
Esto viene a que en nuestra charla hablando de deseos ella dijo textualmente en un momento, “que bueno que lo que deseáramos con muchas fuerzas se cumpliera, eso seria justo”. Desde ese momento se instalo el tema de los deseos, los anhelos, las motivaciones, la justeza, y las recompensas y consecuencias sobre las cosas que uno quiere tener y por diferentes circunstancias no tiene.
Intercambiamos pensamientos durante unos minutos que nunca contabilice y llegamos con pensamientos extrañamente iguales, a varias conclusiones.
Para empezar, la idea era, querer algo mucho y así tenerlo. Como si fuese un deseo cumplido por el genio de la una lámpara mágica del estilo Aladino. El primer requisito que pusimos fue desearlo realmente mucho, desearlo con lo más profundo de los sentimientos y tal como lo dice la definición de deseo, anhelarlo con vehemencia. De esta forma, llegamos a la conclusión que si no lo deseáramos realmente muchísimo y ya lo tendríamos, tal cual dijo, ya a esa altura mi amiga, “todos tendríamos lo que se nos ocurra, y eso seria feísimo, al no costarnos nada, no disfrutaríamos nada al tenerlo, no existiría la felicidad “. En mi postura no creo que la felicidad pase netamente por los deseos conseguidos o no, aunque se toca obviamente una cosa con la otra, creo que la felicidad va mas allá de todo deseo cumplido o incumplido.
Hasta el momento, en una sociedad sin avaricias, nuestro sueño era justo y razonable. Se me ocurrió entonces que pasaría con aquellas personas que lo que más anhelan, desean y quieren fervorosamente, en realidad llevase al malestar de otras personas, de forma directa o indirecta, intencional o no. Ante la posibilidad de tener lo que se desea, a muchos le invadiría el cerebro la avaricia de dinero, y la sed de poder.
Se me ocurrió poner entonces un requisito, el cual cumplido éste se podría acceder finalmente a lo que se deseaba. Consistía solamente en ser buena persona. De este modo se asegura que, una buena persona, nunca querrá el mal de una tercera, y que además lo que anhele tener, y lo tenga finalmente sea lo que verdaderamente quiera y desee con todas sus ganas. De este modo quedaría asegurado por último que aquellas buenas personas que consigan lo que desearon, en verdad lo valoren. Tanto deseo lleva a valorar cada vez mas lo que se consigue, nadie desprecia lo que tan caro le costó.
Así quedo ya delineada nuestra idea de deseo y como conseguirlos. Repasando las ideas no encuentro impedimento para que se lleve a cabo, salvo obviamente por que no existe ente alguno capaz de darnos lo que deseamos, aunque sea con todas las fuerzas de nuestro ser.
Se me ocurre aquí una tercera instancia, donde desde la utopía de creer que esa maquina, ese ser, ese ente irreconocible, existiese y nos diese lo que deseamos. ¿A cargo de quien estaría el papel de decir o decidir si una persona es buena, bondadosa, solidaria y así poder darle lo que desee? Y yendo un poco mas allá aún, como sabría esa persona encargada de otorgar los deseos, si la que lo pide, en realidad no lo quiere para el mal de otros, y aunque no lo quiera directamente para el mal, si no podría llevarlo indirectamente hasta éste.
La propuesta queda ahí. Esta en cada uno pensar que pediría, que es lo que desea tener y no tiene. Y si eso que quiere, lo quiere para el bien de los demás, o si aún sin tenerlo ya le invadieron las ansias de riqueza y poder. Y finalmente, si en realidad cumple con el requisito de “buena persona”.
Primero creo que es importante definir lo que entendemos por deseo.
DESEO: Movimiento afectivo hacia algo que se apetece. Anhelar algo con vehemencia. El deseo es la consecuencia de uno o más sentimientos no satisfechos, postergados de forma voluntaria o involuntaria.
Esto viene a que en nuestra charla hablando de deseos ella dijo textualmente en un momento, “que bueno que lo que deseáramos con muchas fuerzas se cumpliera, eso seria justo”. Desde ese momento se instalo el tema de los deseos, los anhelos, las motivaciones, la justeza, y las recompensas y consecuencias sobre las cosas que uno quiere tener y por diferentes circunstancias no tiene.
Intercambiamos pensamientos durante unos minutos que nunca contabilice y llegamos con pensamientos extrañamente iguales, a varias conclusiones.
Para empezar, la idea era, querer algo mucho y así tenerlo. Como si fuese un deseo cumplido por el genio de la una lámpara mágica del estilo Aladino. El primer requisito que pusimos fue desearlo realmente mucho, desearlo con lo más profundo de los sentimientos y tal como lo dice la definición de deseo, anhelarlo con vehemencia. De esta forma, llegamos a la conclusión que si no lo deseáramos realmente muchísimo y ya lo tendríamos, tal cual dijo, ya a esa altura mi amiga, “todos tendríamos lo que se nos ocurra, y eso seria feísimo, al no costarnos nada, no disfrutaríamos nada al tenerlo, no existiría la felicidad “. En mi postura no creo que la felicidad pase netamente por los deseos conseguidos o no, aunque se toca obviamente una cosa con la otra, creo que la felicidad va mas allá de todo deseo cumplido o incumplido.
Hasta el momento, en una sociedad sin avaricias, nuestro sueño era justo y razonable. Se me ocurrió entonces que pasaría con aquellas personas que lo que más anhelan, desean y quieren fervorosamente, en realidad llevase al malestar de otras personas, de forma directa o indirecta, intencional o no. Ante la posibilidad de tener lo que se desea, a muchos le invadiría el cerebro la avaricia de dinero, y la sed de poder.
Se me ocurrió poner entonces un requisito, el cual cumplido éste se podría acceder finalmente a lo que se deseaba. Consistía solamente en ser buena persona. De este modo se asegura que, una buena persona, nunca querrá el mal de una tercera, y que además lo que anhele tener, y lo tenga finalmente sea lo que verdaderamente quiera y desee con todas sus ganas. De este modo quedaría asegurado por último que aquellas buenas personas que consigan lo que desearon, en verdad lo valoren. Tanto deseo lleva a valorar cada vez mas lo que se consigue, nadie desprecia lo que tan caro le costó.
Así quedo ya delineada nuestra idea de deseo y como conseguirlos. Repasando las ideas no encuentro impedimento para que se lleve a cabo, salvo obviamente por que no existe ente alguno capaz de darnos lo que deseamos, aunque sea con todas las fuerzas de nuestro ser.
Se me ocurre aquí una tercera instancia, donde desde la utopía de creer que esa maquina, ese ser, ese ente irreconocible, existiese y nos diese lo que deseamos. ¿A cargo de quien estaría el papel de decir o decidir si una persona es buena, bondadosa, solidaria y así poder darle lo que desee? Y yendo un poco mas allá aún, como sabría esa persona encargada de otorgar los deseos, si la que lo pide, en realidad no lo quiere para el mal de otros, y aunque no lo quiera directamente para el mal, si no podría llevarlo indirectamente hasta éste.
La propuesta queda ahí. Esta en cada uno pensar que pediría, que es lo que desea tener y no tiene. Y si eso que quiere, lo quiere para el bien de los demás, o si aún sin tenerlo ya le invadieron las ansias de riqueza y poder. Y finalmente, si en realidad cumple con el requisito de “buena persona”.